lunes, 3 de marzo de 2014

Marine Le Pen y el sentido común

Es un lugar común que cuando alguien quiere dar validez a sus tesis las asocie al sentido común, que es el menos común de los sentidos. Cuando a unas personas les parece que algo es de sentido común a otras les parece lo contrario. De modo que una cosa de sentido común, e incluso de inteligencia, es no referirse al sentido común y dejar que sean los demás quienes lo cataloguen o no como tal.
Marine Le Pen es una nacionalista, o sea, una cosa como Urcullu o Mas, pero en francés. Dentro de la lógica de los nacionalistas lo que dice tiene base. Pero el nacionalismo es una doctrina horrible, basada en el odio. Baste recordar la actitud de Artur Mas con el patán que le montó un numerito al Príncipe de España, con la colaboración de éste. Mas demostró, una vez más, que no tiene principios ni educación. Por parte de Urcullu, la postura que mantiene ante los llamados eufemísticamente verificadores, puesto que en realidad son intermediarios de Eta, lo dice todo.
Marine Le Pen es una nacionalista enmascarada y eso la sitúa en la ultraderecha, aunque esta catalogación la moleste.
Los puntos programáticos que defiende pueden resultar muy atractivos para las gentes desinformadas, que quizá piensen que están al alcance de la mano. Son, por lo general, imposibles de cumplir, además de muy egoístas (cosa que da muchos votos) y vienen a ser como la zanahoria atada al palo: el burro no la puede alcanzar nunca, pero como no lo sabe no para de andar.
Los consejos que da a los españoles son para echar a correr. Si la gente le hiciera caso, la catástrofe llegaría de forma inevitable y rápida. Los españoles no deberíamos votar a los patriotas, sino a los políticos más honrados, mejor preparados, más inteligentes y menos egoístas.

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