miércoles, 12 de marzo de 2014

La despedida de Rouco

Si no fuera porque es costumbre desde hace siglos, resultaría chocante ver a un cura cabreado. Todavía más a un obispo o cardenal. Uno piensa en los primeros cristianos y le parece imposible, aunque también es cierto que Jesucristo se cabreó con los mercaderes que se habían metido en el templo. Eran otros tiempos.
Pero parece ser que los tiempos que añora Rouco no esos, sino aquellos otros en los que mandaba la Iglesia. O sea, cuando mandaba totalmente, no como ahora que sólo manda un poco.
Rouco se refirió, en su sermón, a algunos pecados, creo que no a todos. Entre los que citó el riesgo de ruptura de España. Ya que se refirió a este asunto, podría haber hecho autocrítica eclesial. O sea, haber explicado que muchos componentes de la Iglesia, en la que él ha tenido un alto cargo, han hecho lo posible por poner en peligro a España. Tendría que haber explicado cómo es posible que dentro de la Iglesia Católica hay elementos que odian a una gran parte de españoles. Y tendría que haber explicado también cómo es posible que él que ha convocado o permitido tantas manifestaciones no haya propuesto ninguna en contra del odio y a favor de la fraternidad.
Rouco, ya que estaba cabreado, podría haber dirigido su ira hacia curas y cardenales nacionalistas, hacia esos tan comprensivos con Eta y tan distantes con las víctimas del terrorismo.
Es curioso que hable de pecados y olvide los muchos que cometen destacados miembros de esa Iglesia en la que él tuvo tanto mando (y ahora aparece por ahí 'nuestro Blázquez', que diría Arzalluz). Hay dos monjas ahora por Cataluña que merecen que se les explique el Evangelio, pero se las deja hacer (una cosa es que hagan cualquier cosa que permita la ley y otra que lo hagan vestidas de monja).
En definitiva, Rouco se ha ido y hay que decirle adiós.

No hay comentarios: