martes, 27 de mayo de 2014

Bárbaros en España

Aldous Huxley distinguía entre seres humanos y animales capaces de aprender. Lo cierto es que esta capacidad es una puerta abierta. De todo se puede aprender, incluso, o sobre todo, de aquellas situaciones en las que, aparentemente, se tienen las de perder.
Conviene situarse en el papel del científico que observa reacciones, las anota y las clasifica, con el fin de llegar a principios generales partiendo de los comportamientos particulares.
De Johann Wolfgang Goethe es esta frase "el que no sabe llevar su contabilidad por espacio de tres mil años se queda como un ignorante en la oscuridad y sólo vive al día", y estos ignorantes en la oscuridad vienen a ser los mismos que Huxley catalogó como animales capaces de aprender, puesto que lo que aprenden sólo les sirve para vivir al día.
Ortega y Gasset, en línea con los anteriores, decía que a un ser humano se le puede medir por su capacidad para profundizar en la cordialidad, cosa tan imposible para las bestias.
Los antiguos griegos, que no sólo escuchaban atentamente a Homero, sino que además aprendían sus versos de memoria, tenían a la hospitalidad como una cuestión de honor.
En los tiempos actuales, no es que no se valore la cordialidad, sino que incluso la cortesía y la educación, a las que se nombra con palabras feas, son cuestionadas.
Se sabe de antiguo que la verdad hay que buscarla en solitario y que si se va en manada lo que se busca es otra cosa. Y si además de ir en manada se llevan palos de madera basta entonces se cae en la poesía:
[...]Mala gente que camina
y va apestando la tierra...[...]
A los mediocres se les reconoce porque, a falta de otra cosa, están llenos de odio. Y luego lo han de vomitar a borbotones. Esos vómitos, a menudo, tienen forma de papeletas con las que se vota. Muchos españoles votan contra alguien o contra algo.

No hay comentarios: