jueves, 22 de mayo de 2014

Merkel y Sarkozy, en su propia trampa

Los presidentes de Alemania y Francia recogen ahora el fruto de su imprevisión en los tiempos pasados cuando la Unión Europea era para ellos un mercado en el que colocar sus productos.
Al llegar el tiempo de las vacas flacas se han encontrado con la otra cara de la moneda, que no les gusta tanto, y ya afloran en ellos las tentaciones nacionalistas, tan contrarias al espíritu de la Unión.
Vistas las cosas teniendo en cuenta la situación actual, parecen razonables las posturas de ambos, pero si se tiene en cuenta la historia y se piensa en los motivos por los que se ha llegado a la situación actual, la conclusión a la que se llega es que sus actitudes son muy egoístas. No se han dedicado a construir Europa, a inculcar en los ciudadanos europeos la idea de la Unión, sino a llenar de productos y cacharros alemanes y franceses los hogares griegos, búlgaros, croatas, irlandeses, lituanos, etc.
No se preocupaban por controlar lo que iba ocurriendo, sino que sólo pensaban en vender y vender. En este sentido, también debieron ser más cuidadosos a la hora de permitir la entrada de determinados países, que quizá hicieron trampa a la hora de presentar las pruebas que demostraban que cumplían los requisitos.
Tampoco ahora, en los tiempos difíciles, dan la talla. La Unión Europea es una necesidad para todos los países miembros y las soluciones que hay que buscar deberían ser consensuadas y pactadas entre todos. Una vez que Grecia está dentro de la Unión no se la puede echar ni dejar caer, entre otras cosas, porque todos saldríamos perdiendo. Y es injusto que se haga pagar a los griegos pobres la factura (los griegos ricos se llevan su dinero).
Cerrar los ojos a la realidad no lleva a nada bueno y la realidad dice que la Unión Europea es neceria y hay que tomarla en serio.

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