domingo, 2 de agosto de 2015

Esta vez convengo con Pérez-Reverte

Suelo leer esa historia de España por entregas, hecha con trazo grueso, que va publicando en El Semanal. Me parece bien que lo haga, aunque algunos historiadores 'profesionales' anden soliviantados con el asunto.
Sobre los historiadores, profesionales o no, cabe decir que entre ellos también el dinero suele ser dios, y que muchos no están exentos de prejuicios e intereses. La historia de España de Pérez-Reverte sirve para darle un repaso general, porque para leerla no es necesario estar de acuerdo con su opinión o sus conclusiones. Cualquiera tiene a mano además otros textos para estudiar en detalle lo que él explica resumido.
Pero con el texto con el que estoy de acuerdo es el titulado 'Las hijas de Mohamed'. Este señor, moro de la morería, es camarero e invita a vino a Pérez-Reverte. Supongo que lo hace por dos cosas. La primera es que tiene el buen gusto de pedir vino y la segunda, y no menos importante, es que sabe apreciar su trabajo como camarero.
Eso de saber apreciar las cualidades de los demás hoy en día es un don. Vivimos tiempos en los que a las personas se las etiqueta, se las cataloga, se las clasifica y muy a menudo se les buscan los fallos para hundirlas, si es posible.
Quizá sea ese el intríngulis del asunto. Probablemente, el mundo iría mejor si en lugar de prestar atención en si el interesado vota Podemos, IU, PP, o al partido que sea, o si le gusta la tortilla de patatas con cebolla o sin cebolla, el interés recayera en la persona. En lo que le duele o le asusta. Cuando se trata a los demás como personas y no como cosas, un porcentaje de ellos reacciona muy bien.
He entendido que el moro de la morería quiere que sus hijas sean consideradas personas en España y que espera que sí se da el caso ellas no decepcionen a nadie.

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