martes, 25 de agosto de 2015

Las simplezas de Luis Llach

Algunos, entre ellos Luis Llach, sueltan unas del tamaño extra grande, y uno no si pensar si es que no se dan cuenta, o si lo saben, pero lo cuentan así porque esas simplezas calan.
Según hablan, parece que Franco fue un señor que tuvo subyugados a todos los españoles, él solo o quizá con el apoyo de los votantes del PP; o dicen que Franco le declaró la guerra a Cataluña, siendo así que a lo mejor hubo más catalanes en el bando nacional que en el republicano.
No hace falta cavilar mucho para darse cuenta de que el pueblo español estaba acostumbrado al absolutismo, por lo que la dictadura no le resultaba extraña. La adhesión al caudillo fue unánime y en Cataluña acudían millones de personas a recibirlo y vitorearlo.
Para medrar en España había que ser franquista, de modo que a todo aquel que podía conseguir un aumento de sueldo no le dolían prendas. Dicho esto en términos generales, claro, porque siempre hay excepciones.
Muchos de los que eran franquistas acérrimos de acendrada fidelidad al régimen se convirtieron de la noche a la mañana, en cuanto les convino, en antifranquistas de toda la vida. "Quién me hubiera dicho que los fascistas que me obligaban a escribir un artículo iban a ser los que, pasado medio siglo, me acusaran de fascista por haberlo escrito: o sus herederos", escribió uno. Era fácil pasar de franquista a antifranquista. El gobierno de Felipe González estuvo lleno de franquistas que habían dejado de serlo, como también ocurrió en los primeros gobiernos de las autonomías vasca y catalana.
Todos los partidos inscritos en el sistema democrático rechazan tácitamente la dictadura. Ningún partido lleva en su programa la restauración de la dictadura. Pero los modos de algunos partidos son claramente dictatoriales. Es obvio que el nacionalismo es incompatible con la democracia. Las ideas de Llach están más cerca del franquismo que las del PP.

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