sábado, 8 de agosto de 2015

Las ratas acollonadas de ayer

Los movimientos que se produjeron en las postrimerías del franquismo, cuando tantos procuraban tomar posiciones ante los nuevos tiempos, dieron motivo a que Anson publicara una Tercera en el ABC, en la que hablaba de las ratas acollonadas que abandonaban el barco.
Esos movimientos también dieron pie a la rechifla de Fernando Vizcaíno Casas, que, entre otros, escribió el libro 'De camisa vieja a chaqueta nueva'.
Pero el tiempo pasa y la memoria cede y aquellas ratas acollonadas se recuerdan hoy como héroes y presumen de haber luchado contra Franco.
No tiene nada que ver su 'heroísmo' con el de Blas de Lezo (y me doy cuenta de que a doña Ana Sagasti puede sentarle mal que nombre a Blas de Lezo; por Dios, doña Ana, fue un héroe español).
Lo que ocurrió, según Juan Eslava Galán, es que Franco nos miró a los ojos y supo cuál era nuestro precio. Es decir, nos sobornó a todos. Y ese 'todos', lógicamente, es una generalización. Sobornó a la inmensa mayoría. Y ahora resulta que la inmensa mayoría luchó contra Franco, y si no lo dicen ellos, lo cuentan sus hijos.
Probablemente, Anson se refería a personas concretas, pero lo que dijo se puede aplicar a muchos. Hay que tener en cuenta que Anson era devoto de Don Juan, ese que no dudó en entregarle su hijo como rehén a Franco. Y que presumía de haberse tirado por el morro a Eva, Magda y Zsa Zsa Gabor.
Su hijo, Juan Carlos I, que fue criado sin cariño y que en sus años mozos debió de sufrir mucho, por estar rodeado de personas del Régimen, que le obligarían a ser célibe primero, y fiel a Doña Sofía después, debió de incubar en su interior una suerte de rechazo hacia la derecha y unos deseos inusitados de hacer lo que le diera la gana.
Así que mientras el monarca hacía de las suyas, las ratas han ido multiplicándose y engordando. Los héroes de verdad pasan inadvertidos o son enviados al ostracismo. Cuando mueren, les llenan de elogios.
 

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