jueves, 13 de agosto de 2015

Nicolás Redondo Terreros tendría trabajo por delante

Me refiero, lógicamente, al supuesto de que quisiera llevar a su partido, el PSOE, por las sendas que le son propias. Pero para conseguir esto haría falta una serie de titanes coordinados y juramentados para no desfallecer.
Hay un atajo y consiste en que todos los socialistas de verdad se unan a UPyD, pero sobre este partido pesa una sentencia de muerte no escrita, pero que entusiasma a muchos, sobre todo a los que temen a la libertad y a la justicia.
Para la mayoría de los militantes del PSOE lo que interesa es tener el carnet de socialista. Lo demás, la sujeción al ideario, el respeto a los adversarios políticos, la búsqueda del bien común, son tiquismiquis.
Se pregunta NRD que quiénes han alentado el narcisismo colectivo de los catalufos (él dice catalanes, obviando que no todos participan de esa insania). Pues han sido los socialistas, y ya desde los primeros días de la democracia. Sin el apoyo inicial de Felipe González los nacionalistas no habrían logrado tanto, ni podido llegar tan lejos.
Movidos por lo que a simple vista parece voluntarismo, pero que en realidad no son más que ganas de justificarse, los hay que defienden que en el nacionalismo hay grados, para poder decir a continuación que hay nacionalistas demócratas. Eso no es cierto. El nacionalismo es incompatible con la democracia. Entre los nacionalistas hay personas que parecen educadas y monstruos.
Los socialistas españoles se dejaron colonizar culturalmente por los nacionalistas y a partir de ese momento dejaron de ser socialistas y, por tanto, demócratas.
Pascual Maragall traicionó al socialismo. Debió salirse del partido e ingresar en uno nacionalista.
Los socialistas valencianos abrazaron los dogmas del impresentable Fuster, sin darse cuenta de que el socialismo es incompatible con los dogmas y con el nacionalismo.
No se entiende que Nicolás Redondo Terreros, a la vista de lo que hay, siga en el PSOE.

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