lunes, 18 de julio de 2016

Aquel 18 de julio

Comparten la izquierda y el nacionalismo dos cosas: el odio y la afición a inventar el pasado. Estas dos cosas son necesarias para los nacionalismo, puesto que sin ellas no pueden sobrevivir ni cinco segundos, pero deberían avergonzar a los izquierdistas.
El ideal de la izquierda debe ser otro, basado en el amor a la verdad y a la justicia universal. Uno de los bulos más recurrentes de la izquierda española es el que se refiere a lo ocurrido en 1936. Se presenta el hecho como una rebelión, o golpe de Estado, de Franco contra el poder legítimamente, y no es que plantee de forma plana y ausente de matices, es que si alguien pretende introducir algunos ya es calificado automáticamente de fascista. Y esa no es una actitud propia de un intelectual, ni de un investigador, ni muchos menos de un demócrata, pero revela algo más, puesto que demuestra que no se tienen todas consigo. Si quienes tienen ese proceder estuvieran seguros de que las cosas fueron exactamente como dicen no pondrían trabas de ningún tipo a todas las investigaciones que quisieran hacerse o todos los debates que quisieran plantearse.
Una cosa es segura, lo que comenzó por esos días dio lugar a un periodo oscuro, puesto que nos tocó vivir bajo una dictadura.
No es bueno construir nada sobre unos cimientos falsos, por lo que conviene averiguar la verdad y que cada cual asuma su culpa. Stanley G. Payne ha publicado hoy un artículo con el título ‘Memoria del 18 de julio de 1936’, en el que da unas claves. Naturalmente que es mejor no quedarse ahí y leer sus libros sobre la cuestión. Hay que tener en cuenta una cosa obvia: aquella izquierda no era tan modélica como nos la quieren presentar. Viendo a nuestra izquierda de hoy, que tiene muchos más estudios, se comprende eso perfectamente.

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