jueves, 7 de julio de 2016

Messi y los idiotas

Este jugador de fútbol al que jamás he visto jugar, y tampoco a ningún otro de los que juegan ahora, ha sido condenado por haber defraudado a Hacienda.
Es decir, si todo el mundo pagara lo que debe, saldríamos a menos. Y si nadie robara, aún nos saldrían mejor las cuentas. Y si el dinero de los impuestos se gastara en cosas que interesan a los ciudadanos y no en chorradas ni desvaríos se podría decir que vivimos en la civilización.
El caso es que tanto los clubes de fútbol como los propios futbolistas suelen transgredir las leyes con mayor frecuencia que las demás empresas o ciudadanos. La diferencia estriba en que cuando lo hace una empresa, un banco, por ejemplo, o un alto directivo, la opinión pública exige que el castigo sea ejemplar y cuando el caso tiene que ver con el fútbol siempre hay un numeroso grupo de personas que piden la impunidad.
El fútbol nos cuesta muy caro, incluso a los que nos desentendemos de él, y todos estos incumplimientos de la ley lo encarecen todavía más. En Valencia se han desgraciado dos barrios por culpa del fútbol, se debería haber derribado hace tiempo una parte del Mestalla, que se hizo de forma ilegal y en otros lugares de España ocurren cosas parecidas. Siempre el fútbol tiene trato de favor. En tiempo de Franco se les hicieron favores, para la construcción de sus estadios, al Real Madrid, Atlético de Madrid y Barcelona. En democracia, se les han perdonado deudas a la Seguridad Social a todos o casi todos los clubes de España.
Los mismos que vendieron sus acciones a Paco Roig, para obtener unas pequeñas plusvalías, llamaban pesetero a Mijatovic y exigían luego que Bancaja perdonara la deuda al Valencia CF, con lo cual la habrían tenido que pagar los contribuyentes.
Ahora veremos lo que ocurre con Messi.

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