miércoles, 13 de julio de 2016

La absurda brigada del catalán

Hay catalanes y hay catalufos. Estos últimos son unos seres tan peculiares que siempre tienen la palabra democracia en la boca, pero para ellos no significa lo mismo que para los demás.
Los catalufos son de tal manera que si se les ocurre una ilegalidad o una chorrada, generalmente las dos cosas al mismo, la sacralizan llamándola acto democrático, aunque de esto no tenga nada, porque nadie más refractario a la democracia que un catalufo.
Lo que les va a los catalufos es incordiar y hacer la vida imposible a todos los que no son catalufos. Uno de los mecanismos que tienen los catalufos de hacerse odiosos es la grotesca brigada del catalán. Da cuenta de ella, en El Español del singular Pedro J. Ramírez, Silvia Taulés, que se ha atrevido a contarlo, con lo cual tiene que haber desatado las iras de estos ‘demócratas’. La heroica, sin comillas, Silvia Taulés ha publicado, además, las fotografías de algunos de estos ridículos catalufos. Al ver sus caras uno no sabe si reír o llorar. Pero quizá ganen mucho dinero con estas actividades tan risibles.
Los catalufos son unos personajillos que se han inventado un pasado glorioso para su ‘nación’, la de ellos, y pretenden darle a su lengua una prestancia que jamás tuvo, y para ello no dudan en apoderarse de lo que no es suyo (ni lo será jamás, el lloriqueo no da para tanto). El Siglo de Oro Valenciano no puede ser catalán. Esa ficción se acabará un día u otro.
Los Países Catalanes, que algunos imbéciles valencianos consideran un hecho, no han existido ni existirán jamás.
Vivimos unos tiempos que podrían considerarse como los del entreguismo. Las gentes decentes y con capacidad de tener criterio, salvo raras y honrosas excepciones, optan por callar ante el triunfo de ETA, ante salvajadas como la brigada del catalán, ante el incordio de lo políticamente correcto, que propicia tantos desafueros.

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