lunes, 9 de abril de 2018

El caso Cifuentes

A estas alturas ya se ha escrito mucho sobre el máster de Cristina Cifuentes. Se ha apuntado que la filtración tiene que proceder de su propio partido, que si la llevó a cabo el medio tal, etc.
Pero es Juaristi, con su ‘Posgrados’ quien ha venido a explicar que en este asunto, como en otros muchos, todo va manga por hombro, y que lo de la presidenta de Madrid es como una lata de conservas vacía en un vertedero de latas de conserva.
Entonces, lo que interesa a muchos es abatir al rival, hacer daño al adversario político, al que se considera nada menos que enemigo. Poca intención hay en favorecer a los ciudadanos, actitud que se materializaría en el deseo manifiesto, si lo hubiera, de vigilar el dinero de los impuestos, para que no se malgaste ni un céntimo y que el gasto siempre se hiciera con finalidad productiva.
Nada de eso ocurre, sino que unos le tiran con bala y otros con bala de cañón, y nadie dice nada de revisar el sistema, de hacerlo más eficiente, de investigar todo lo que ocurre en las universidades españolas y qué garantías se pueden poner para que no vuelvan a ocurrir casos similares.
Pedro Sánchez, cuyos sueños más húmedos deben consistir en verse sentado en el sillón de Rajoy, les mete el dedo en el ojo a ambos, a Cristina y a Mariano, sin tener en cuenta que la gente se ríe de su doctorado. La sartén le dijo al cazo…
Es que también anda por ahí el niño de la beca y otros tantos cuya dureza facial es comparable a la del diamante y aún cabría pensar que la supera.
Otra cuestión es que la gente que tiene un cargo, salvo muy raras excepciones, se aferra a él con uñas y dientes. Y luego dicen que están en política para servir a los ciudadanos.

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