miércoles, 4 de abril de 2018

En homenaje al juez Llarena

Puesto que los totalitarios odian la ley, porque les impide llevar a cabo sus caprichos si no están dentro de ella, y en consecuencia tratan de amedrentar y acollonar a los jueces que hacen su trabajo honradamente, bien se merece este juez un aplauso.
Aunque algunos engolados juristas han puesto reparos a algunos de los autos del juez Llarena, pero lo han de forma educada y no como otros, vinculados a la causa separatista, a los que no merece la pena tener en cuenta, los hechos demuestran que ha hecho un trabajo se artesanía que ha recibido el espaldarazo de la fiscalía alemana. Queda ahora esperar que el tribunal alemán esté a la altura y decida entregar al cobarde fugitivo a la justicia española, para que sea juzgado por los gravísimos delitos que se le imputan.
Si la justicia alemana se comportar del modo ejemplar que se espera, y por ahora todo hace pensar que será así, marcaría el camino a los demás países que también acogen a fugitivos españoles. De momento, Escocia ha dejado en libertad a Clara Ponsatí, lo cual es una medida discutible, puesto que aunque se entregó voluntariamente a la policía, anteriormente se había fugado de España para refugiarse en Bélgica, por lo que el riesgo de fuga para el caso de que viera que las cosas no se desarrollan según sus deseos es evidente. El juez Llarena ha un trabajo muy exhaustivo y meritorio y la justicia británica debería respetarlo. Por parte de los tribunales belgas y suizos, a estas alturas y vistos los antecedentes, no cabe esperar una actitud coherente con la idea de Europa y con la lealtad debida entre los países. Es posible que con un desconocimiento total de la historia de España, incluso de la más reciente, no tengan reparos en hacer el ridículo, aunque cabe la posibilidad de que el ejemplo de Alemania les haga entrar en razón.

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