miércoles, 18 de abril de 2018

El Supremo ajusta las cuentas a Alemania

El Auto de la Sala de Apelaciones del Tribunal Supremo ha dejado claro que lo del tribunal alemán es propio de caraduras y además descarados, porque nada en su resolución se sostiene intelectual ni jurídicamente hablando.
El disparate es obra de un tribunal regional, pero luego también hubo una ministra metiendo la pata y a todo esto hay que añadir la opinión pública alemana, que en modo alguno habría consentido que ocurriera algo similar en su país, pero disfruta haciendo daño, o ayudando a hacerlo a otro.
Los alemanes se tienen por perfectos, y ya se ve que esa pretensión es un delirio y ha tenido que ser un tribunal español el que les enseñe dónde está la perfección. Deberían aprovechar el Auto español para aprender derecho y aprender decencia, que de ambas cosas andan faltos.
La Unión Europea es una necesidad imperiosa, puesto que hay que defender el Estado del Bienestar y el caso de los forajidos catalanes ha servido para darnos cuenta de que todavía no existe ni como proyecto, puesto si no hay lealtad entre las naciones falla la base. Y lo que hay es deslealtad manifiesta y no sólo por parte de una nación, sino de muchas. De otras naciones no se esperaba nada, pues los antecedentes no inducen a pensar que tengan un sentido del deber arraigado, pero de los teutones sí se esperaba más, por aquello de su aparente compromiso europeísta, pero ya se ha visto que era un espejismo. A partir de ahora hay que pensar en que ven a la Unión Europea como un mercado en el que pueden colocar sus productos.
Esto también lleva a pensar que va a ser España la que resuelva sus problemas, sin ayuda de nadie y una vez conseguido será la única nación capaz de liderar la construcción de la Unión Europea, porque es el país menos nacionalista de Europa.

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