martes, 22 de enero de 2019

Distancia entre Adolfo Suárez y otros

Se va demostrando, como es costumbre en este partido, que a los señoritos de Podemos, no les importa España, salvo si es para causarle perjuicios, cabría añadir, pero es que tampoco tienen ningún reparo en perjudicar a su propio partido, solo velan por su interés personal y en ellos el deseo de venganza es muy fuerte.
Según me ha parecido entender, la trifulca entre ellos nació con la traición Errejón y Tania, que querían vengar así afrentas pasadas. A la traición se han unido otras personas, tampoco recomendables, porque les conviene. El aparato del partido ha respondido de forma sucia y prepotente. No hay juego limpio por parte de ninguno.
Tampoco lo hay en el viejo PSOE, cuyo eslogan de hace unos años, «cien años de honradez» hizo reír a tantos. En este partido la batalla entre Susana y Pedro es encarnizada, por más abrazos que se en público, para hacernos creer, como si no conociéramos el paño, que todo va bien en este partido que fundó un Pablo Iglesias y que otro Pablo Iglesias, bastante zote por cierto, quiso destruir. Susana y Pedro llevan, cada uno de ellos, una faca disimulada entre las ropas, mientras los observa el taimado gato tontiastuto.
Por su parte, Aznarín no soporta a quienes no hacen las cosas exactamente como él quiere. Incapaz de la menor autocrítica, no recuerda la gran ayuda que le prestó a Pujol, en virtud de la cual, y entre otras cosas, los valencianos hemos de soportar a la fenicia AVL. He puesto fenicia, por no poner esa mierda, que, por cierto, nos sale muy cara.
¿Y qué hay de Adolfo Suárez? Pues cuando fue nombrado presidente, Ricardo de la Cierva escribió aquel artículo, que ha pasado a la historia, titulado «Qué error, qué inmenso error». Luego le dijo a Adolfo Suárez que quería ser ministro y lo hizo. No le tuvo en cuenta el agravio.

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