miércoles, 9 de enero de 2019

Puigdemont teme, con razón, por su vida

El prófugo, émulo de Dencás, sabe que resulta muy molesto para los suyos y el hecho de que haya dado a probar la comida a sus escoltas demuestra que piensa que los encargados de matarlo son ellos.
A nadie más que a los catalanistas molesta Puigdemont, porque con sus extravagancias y ridiculeces demuestra al mundo que todo lo que viene sucediendo en Cataluña es un movimiento grotesco organizado por unos pirados muy consentidos. De hecho, le ha sucedido en el cargo uno, Torra, que está igual de tocado del ala o más.
Para los gobernantes catalanes, tan asustados y prudentes mientras estuvo en vigor el 155, y tan crecidos con el gobierno de Sánchez, que es el gobierno Frankenstein, el conocido por los suyos como El Mocho es una molestia, un trasto que no saben dónde poner. No lo pueden dejar de lado porque los dos millones de enfebrecidos catalanistas no lo entenderían. Se ha estado alimentando el mito durante tanto tiempo, y todavía se alimentó más cuando de forma tan humillante y cobarde se dio a la fuga, que no pueden cortar de repente el suministro. Hay que seguir disfrazando la deserción y hacer creer que no es tal, sino exilio. Si por lo menos estuviera quieto y callado… Pero no puede hacer eso, porque en ese caso lo olvidarían sus fanáticos seguidores y sus sucesores en el gobierno podrían suprimir la ayuda que le prestan.
Si realmente piensa que lo quieren matar, se pone el chaleco antibalas para salir, porque sabe que en casa no le van a disparar; tendrían que hacerlo de un modo que les permitiera decir, al menos durante algún tiempo, que el asesinato había sido obra de los aspanyols.
Todo apunta a que padece una paranoia galopante, que habría que añadir a otros rasgos de esa personalidad suya tan poco equilibrada. 

No hay comentarios: