domingo, 20 de enero de 2019

Pablo Ibar, declarado culpable

Tengo que repetir, una vez más, que la pena de muerte me parece una aberración, porque pone al Estado al mismo nivel que al asesino. En segundo lugar, porque algunos de los condenados a muerte son inocentes y una vez ejecutados el error ya no tiene remedio.
Ocurre también, según cuentan quienes están en el corredor de la muerte, que estar en ese sitio es una muerte en vida. El corredor de la muerte es muy degradante.
Dicho lo anterior, añado que estoy totalmente en contra de los juicios con jurado. La sociedad ofrece formación a unas personas, los jueces, para que puedan entender la conducta humana y dictaminar, o sea, juzgar. Con el paso del tiempo van adquiriendo experiencia, lo que les permite ver casos más complicados. Es decir, si la sociedad tiene unas personas preparadas y especializadas para esos menesteres no es lógico que luego reduzca su labor a la parte técnica y otorgue la responsabilidad a ingenieros, médicos, topógrafos, filólogos o matemáticos, cuya preparación está orientada hacia otros menesteres. Yo no sé cuántos jueces habrían sido capaces de declarar culpable a Pablo Ibar tras el juicio al que fue sometido.
Dicen las crónicas que el fiscal dramatizó el caso en su discurso final. El crimen por el que se juzgaba al acusado fue horrendo, lo cual conmueve a las personas sensibles e incluso les despierta deseos de venganza contra el supuesto asesino. A un profesional, es decir a un juez, esa dramatización no le habría hecho mella, se habría fijado más en las pruebas y en las evidencias, o en la falta de ellas.
Cuando alguien se va a someter a una intervención quirúrgica y sabe que el cirujano es competente va más tranquilo al quirófano. Del mismo modo, quien va a ser juzgado y se sabe inocente preferiría un juez profesional. Si fuera culpable vería más posibilidades de salir con bien con un jurado.

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