martes, 29 de enero de 2019

Puigdemont, dispuesto a declarar

Primero vi el titular en el panfleto -antiguamente, gran diario- del señor conde -deberían quitarle todos los títulos nobiliarios, pero si el Rey hiciera eso los catalufos reaccionarían muy mal y aunque los catalanes le apoyaran sería peligroso, porque aquéllos hacen mucho ruido-, y pensé que ante la irrupción de Vox en el panorama político nacional teme que se le complique la situación, porque al gobierno regional catalán cada vez le resultará más difícil mandarle fondos.
Para leer la noticia busqué un medio más serio y entonces supe que está dispuesto a declarar, pero por videoconferencia y desde Waterloo. O sea, una payasada más de este individuo que necesita estar en el candelero para que los fanáticos catalufos no lo olviden.
La pugna la tiene ahora con Junqueras, a quien la irrupción de Vox también le debe de preocupar. Puigdemont es el émulo de Dencás, el que huyó por las alcantarillas, puesto que también se dio a la fuga de un modo ridículo. Pretende que le llamen exiliado, cuando es un prófugo. Un miserable prófugo que no se cansa de hacer el mal y de intentar desacreditar a España, sin que le importen las consecuencias que esto puede tener en las economías de los españoles, incluidos, lógicamente, los catalufos.
Puigdemont necesita hacerse notar, porque en el momento en que sus enloquecidos seguidores se olviden tendrá que pensar en trabajar para vivir. Él sabe perfectamente que el mismo Rajoy, cuando era presidente del gobierno, no pudo declarar por videoconferencia porque no se lo permitieron, aunque a otros anteriormente sí. Además, si permitieran a Puigdemont declarar por este medio la guasa sería descomunal. El tipo aprovecharía la circunstancia para burlarse del juez y de España entera. ¿Por qué lo pide si sabe que es imposible que se lo concedan? Pues porque no tiene vergüenza ni la ha tenido jamás.

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