martes, 20 de noviembre de 2007

El ejemplo de Antonio Asunción

Fue el ministro más breve de la democracia, dado que dimitió tras la fuga de Luis Roldán, de la que no podía sentirse directamente responsable. Con la dimisión demostró tener el debido respeto a los ciudadanos, demostrando que los errores no le eran indiferentes. Vino a poner de manifiesto además que había ido a la política a hacer cosas y no a servirse de ella. No fue necesario echar agua caliente a la poltrona para despegarlo de ella. Tampoco tras su marcha ha demostrado nostalgia, asomándose una y otra vez, como sucede en otros casos. Conviene comparar este caso con el de Magdalena Álvarez, que a lo mejor no abandonaría el sillón ni siquiera con agua caliente, de tan pegada que está a él. “Antes partía que doblá”, ha dicho, mientras los usuarios de cercanías sufren las consecuencias de la catástrofe y los ciudadanos de toda España hemos de pagar las consecuencias. Y no contenta con ello, se compara con Indalecio Prieto, que acaso esté deseando salir de la tumba a explicarle las cosas a la atrevida. Quienes sufren las molestias probablemente se sienten partidos y doblados, de puro agotamiento, al acabar el día. Es cierto que hay otros casos, que pueden considerarse similares, cuyos protagonistas militan en el partido rival, y que ni han dimitido, pese a que era obligado, ni se les ha hecho dimitir. Sobre estos casos trataba de hacer sangre una y otra vez el PSOE y ahora le ha llegado el turno. La ministra, además, hizo el recorrido Madrid-Málaga en tren de alta velocidad y afirmó que el billete costará 30,40 euros. María Teresa Fernández de la Vega tendría grandes dificultades para explicar porque no ha llegado todavía el AVE a Valencia y cuándo va a hacerlo. La arbitrariedad siempre está presente en la política española y lo habitual es que la Comunidad Valenciana se lleve la peor parte. Llegará el día en que Magdalena Álvarez recibirá la visita del motorista, o de quien haga ese papel, con la orden de cesar en el cargo. Pero no será el respeto a los ciudadanos el motivo, sino las conveniencias, electorales o de otro tipo.

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