El Mundo, en su edición de hoy, publica una encuesta cuyos resultados indican que el 93% de los españoles nota mucho la subida de los precios. Entre el 7% que no lo nota debe de estar Zapatero, que no paga ni los cafés que se toma, ni los diputados valencianos, puesto que su comida en las Cortes Valencianas está subvencionada. Quizá en las demás Cortes de España suceda algo similar. Hay cosas en las que los políticos de todos los colores se ponen de acuerdo rápidamente. Pulsan el botón que les mandan y a final de mes a cobrar, que diría Alfonso Rus. La cuestión es que los ciudadanos van notando la soga de la inflación, la soga de los tipos de interés, la soga de la gasolina y unas cuantas sogas más. José Barea escribe, también hoy, un artículo en Cinco Días, en el que no pinta una situación nada halagüeña. Recuerda el articulista que cuando el actual gobierno tomó posesión se propuso aumentar la productividad, pero apunta que esto no se logra por decreto, “sino transformando información en conocimiento, éste en innovación y ésta en crecimiento”, y la realidad indica que la productividad ha decrecido. La realidad nos pone sobre el tapete el caos de Barcelona, cuya solución no van a pagar los responsables, sino esos ciudadanos que se ven asfixiados por tantas sogas. La reparación de los daños causados por las aguas, por la dejadez de los políticos, en el Palau de les Arts de Valencia, también corre a cargo de los ciudadanos. Mientras tanto, el Senado italiano ha aprobado la reducción del número de ministros, que de 24 pasarán a 12, para reducir gastos. En la Comunidad Valenciana ha aumentado el número de los que tienen permiso para apretar el botón. Otra cosa en la que se ponen de acuerdo los partidos políticos. El trabajo de los políticos consiste en administrar los intereses de los ciudadanos, pero hay cosas que les interesan más. Mientras la soga no ahogue…
No hay comentarios:
Publicar un comentario