Según una información que publica hoy el diario Las Provincias, con el mismo título, muchas de las inmigrantes ecuatorianas que llegan a España tienen como objetivo escapar del ambiente machista de su país. Este dato nos lleva a recordar que no hace mucho tiempo bastantes españolas emigraron por el mismo motivo. Y en segundo lugar, está el tan visto y comentado caso de la ecuatoriana apaleada en el metro. Huyen del machismo y se encuentran con la xenofobia que va creciendo en España, en unos lugares más que en otros. Algo tendrán que ver en ello los nacionalismos. Conviene que diga aquí, para que no se me entienda mal, que me parece lamentable que algún taxista de Madrid haya hecho bajar del taxi a un cliente por hablar en catalán por el móvil. Los catalanes tienen derecho intentar conservar su idioma. Cuando un idioma desaparece, desaparece un modo de ver la vida. Volviendo al asunto del machismo, surge la evidencia, más de una vez, de que hay bastante gente que no tiene claros los conceptos. El feminismo, dada la coyuntura que lo ha hecho surgir, se basa en la defensa del débil frente al fuerte; al final, en la búsqueda de la justicia. Si esto hubiera estado bien claro, ese afán por la justicia y la equidad se hubiera extendido hacia otros sectores de la sociedad que también están en situación de inferioridad. El machismo viene a ser lo contrario, la prevalencia del fuerte sobre el débil, la injusticia en suma. Hay mujeres que creen que por este simple hecho ya pueden catalogarse como feministas, siendo así que la justicia les importa muy poco y lo que hacen es servirse de ambos términos en beneficio propio, para utilizarlos de forma arrojadiza contra quien se les antoje. Las ecuatorianas llegan a España huyendo del machismo y sería bueno que se encontraran con que aquí ya no queda nada, algo que tampoco es cierto y que además el que queda está reforzado con brotes xenófobos. A veces, los agresores tienen mala suerte y son grabados por las cámaras de seguridad.
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