El mejor método para dejar de fumar es hacerlo radicalmente. Así es como lo hemos hecho muchos y al menos yo, que fui fumador empedernido hasta 1986, creo que es el único que funciona. Fumar proporciona mucho placer e ir con medias tintas no resuelve nada. Cuando uno va con medias tintas, malvive. Ni disfruta ni lo deja. Por otro lado, hay una voz, que corre como una maldición, que dice que es muy difícil dejarlo y que quienes lo hacen suelen recaer. Esto subyuga a muchos, que se enfrentan al reto con la derrota marcada de antemano en la frente. Sin embargo, una información del diario El Mundo dice que alrededor de 1,2 millones de españoles mayores de trece años dejaron de fumar tras la entrada en vigor de la ley antitabaco. Esto es una gran noticia, puesto que hoy en día ya se conocen perfectamente los efectos nocivos del tabaco. Lejos quedan aquellos tiempos en los que el médico inveteradamente nos recomendaba que dejásemos el tabaco mientras fumaba tranquilamente su pitillo. Todo parece indicar que muchos españoles estaban deseando dejar de fumar, pero les faltaba el detalle que les empujase a tomar la decisión. Sentir el deseo de fumar, con la ley antitabaco en vigor, lejos de anunciar el inmediato placer ha pasado a convertirse en un fastidio o un tormento. Así pues, un buen número de fumadores ha decidido pasar a ser ex. En un principio, cabía esperar que la ley generase un grandísimo rechazo y a esta carta habían decido jugar algunos políticos. Es cierto que es una ley abusiva, puesto que después de tantísimo tiempo en el que se ha bombardeado a la gente con la publicidad del tabaco, durante el que los niños han estado anhelando que llegue el momento de poder fumar, de pronto se ordena parar de golpe. Y contra lo que parecía previsible, la medida ha sido aceptada, sin duda porque el personal comprende que trata de preservar la salud de todos y también de proteger a los no fumadores, que eran los perjudicados sin culpa.
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