Se nos dice ahora que un grupo de catorce sabios elaborará el programa electoral del PSOE. Con ello se evidencia una vez más que la política se ha convertido en un juego de trileros, con el que se pretende que los votantes miren hacia un lado, mientras los políticos actúan por el otro. Ninguno de los catorce sabios es español y se nos asegura que no van a cobrar por ese trabajo. Van a dedicar su tiempo, entonces, a estudiar la situación española, averiguarán lo que ocurre en Tarragona, en Soria y en Almería, y una vez impuestos de todos los problemas españoles, los que surgen solos y los que nos buscamos, se pondrán de acuerdo entre ellos, cosa fácil, y elaborarán el programa. Una vez expuesto el idílico e improbable panorama viene muy al caso recordar que Cela, quizá harto de que le inquieran sobre cosas que no le importaban mucho, dijo que el hecho de que alguien acierte en una cosa no significa que vaya a acertar en las demás. Naturalmente que siguieron preguntándole de todo, pero la cuestión es que el hecho de que los llamados por Zapatero sean sabios no otorga ninguna garantía de que vayan a acertar en la cuestión por la que han sido requeridos. Y conviene recordar aquello tan sabido de que un buen científico puede ser un mal político. Luego conviene preguntarse por el motivo por el que van a hacer ese trabajo gratis. Estaría muy feo que pretendieran influir en el sentido del voto de los españoles, dado que no hay ninguna opción política decididamente mejor que las demás, cosa que si sucediera podría justificar su intento. Pero es que aparte de esto, y al contrario de lo que repetía una y otra vez Anguita, yo creo que lo importante no son los programas, sino las personas que los han de llevar a cabo. Porque si nos situamos en el mejor de los casos y suponemos que los catorce sabios, uno a uno, logran entender la situación española, consiguen ponerse de acuerdo, y acaban elaborando un programa perfecto, luego estarán Cristina Narbona, Pepiño Blanco, Rubalcaba, Moratinos, para llevarlo a cabo.
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