jueves, 29 de noviembre de 2007

La ministra Chacón y el mobbing inmobiliario

Ha dicho la ministra Chacón “que los acosadores sepan que este delito no es impune, que se va a perseguir y que, al final, lo van a pagar”. Y no sé si con esta frase ha querido decir que hay delitos impunes, que este concretamente no se había perseguido hasta ahora y que quienes lo cometen “al fin”, que no se sabe cuando será, lo pagarán. En lo que respecta al acoso moral, en cualquiera de sus formas, sería conveniente que tanto Chacón como Caldera, presentaran informes con datos concretos, en lugar de brindis al sol. ¿Cuántos ancianos han salvado de las garras del mobbing inmobiliario? ¿Cuántos trabajadores han escapado del mobbing en sus empresas gracias a la labor de los inspectores? Los datos concretos pueden llevar la esperanza a las víctimas del acoso moral y llenar de zozobra los espíritus de los acosadores. El hecho de que hable del acoso y se difundan y se expliquen sus métodos lejos de servir para reducir el número de casos, lo que hace en realidad es poner en conocimiento de los desalmados una serie de artimañas para salirse con la suya. Los manuales que se publican sobre la cuestión sirven para que los acosadores perfeccionen sus procedimientos. Al final, lo que ocurre es que las personas ancianas están indefensas. Si se ven obligadas a abandonar sus domicilios, nadie se va a enterar. Tampoco es probable que surja alguien dispuesto a arriesgarse por defenderlas, porque los acosadores no reparan en nada. Del mismo modo, los trabajadores que son acosados moralmente acaban por darse cuenta de que su mejor opción es la de abandonar su trabajo y buscar otro. La realidad es que un Inspector de Trabajo puede interpretar las intenciones del trabajador y atribuirle las decisiones que crea conveniente, y por más que el trabajador niegue luego esas intenciones y explique que lo había decidido era lo contrario, lo que vale es lo que ha dicho el inspector, al que nadie, salvo el propio trabajador decepcionado, va a reprocharle nada. En España, los pobres lo tienen muy difícil frente a los poderosos. A los pobres se les hacen promesas y se les pide el voto. Pero con quienes se reúnen a comer los ministros y los cardenales es con los poderosos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como bien sabemos algunos en carne propia, la solución para el trabajador es marcharse, perdiendo dinero y carrera profesional antes que perder la dignidad, la salud mental e incluso la vida. Pero tanta culpa tiene el que acosa como el que asiste impasible y procurando que no le salpique. La cobardía puede ser comprensible e incluso práctica, pero jamás será una virtud.