Ha escrito Carmen Velasco un artículo en Las Provincias titulado Bicifobia, en el que hace algunas consideraciones sobre lo dificultoso que resulta ir en bicicleta hoy en día. Creo que es un asunto que merece la atención. Quien conduzca un vehículo de cualquier tipo tiene dos motivos para respetar un paso de cebra; en primer lugar, ha de ceder el paso al viandante por educación y en segundo lugar porque lo ordena el código.
Las normas del código de circulación están basadas en la educación. Si no todas, al menos gran parte de ellas. Lo que ocurre es que hay muchos que guardan la educación para las grandes ocasiones, o para cuando creen que les conviene. Alguien que camine por la calle durante media hora, verá interrumpido su camino unas cuantas veces por personas que salen de improviso de los portales, o por otros peatones que se cruzan sin contemplaciones, o por bicicletas o motocicletas, que en las aceras se creen los amos y exigen vía libre, y eso si no vienen por detrás a gran velocidad y le pasan rozando. Si hay un carril bici cerca, lo más probable es que esté invadido por otros peatones, o que algún coche o motocicleta lo haya utilizado para aparcar.
En lo que respecta a los ciclistas, puede ser cierto que la fobia se extienda incluso a esos pocos que circulan por donde deben y de forma correcta. Parte de la culpa de esa fobia la tienen las autoridades, porque no se deciden a encarar debidamente el problema. Las aceras son para caminar. Para disfrutar de las ciudades, tiene que ser posible pasear tranquilamente, mientras se charla y se admiran las edificaciones y los monumentos. Hay que bajar a las bicicletas a la calzada y para ello hay que protegerlas, estableciendo las distancias que han de guardar los demás vehículos. Y la otra parte de la culpa corresponde a los ciclistas, puesto que por lo general avasallan a los caminantes en las propias aceras.
Las normas del código de circulación están basadas en la educación. Si no todas, al menos gran parte de ellas. Lo que ocurre es que hay muchos que guardan la educación para las grandes ocasiones, o para cuando creen que les conviene. Alguien que camine por la calle durante media hora, verá interrumpido su camino unas cuantas veces por personas que salen de improviso de los portales, o por otros peatones que se cruzan sin contemplaciones, o por bicicletas o motocicletas, que en las aceras se creen los amos y exigen vía libre, y eso si no vienen por detrás a gran velocidad y le pasan rozando. Si hay un carril bici cerca, lo más probable es que esté invadido por otros peatones, o que algún coche o motocicleta lo haya utilizado para aparcar.
En lo que respecta a los ciclistas, puede ser cierto que la fobia se extienda incluso a esos pocos que circulan por donde deben y de forma correcta. Parte de la culpa de esa fobia la tienen las autoridades, porque no se deciden a encarar debidamente el problema. Las aceras son para caminar. Para disfrutar de las ciudades, tiene que ser posible pasear tranquilamente, mientras se charla y se admiran las edificaciones y los monumentos. Hay que bajar a las bicicletas a la calzada y para ello hay que protegerlas, estableciendo las distancias que han de guardar los demás vehículos. Y la otra parte de la culpa corresponde a los ciclistas, puesto que por lo general avasallan a los caminantes en las propias aceras.
1 comentario:
Todos estamos para compartir y respetar los espacios públicos ya establecidos, de tal modo que podamos convivir adecuadamente. Si algún sector de la población infringe con conductas inapropiadas que perjudican a otras, deberían haber sanciones previamente difundidas.
Los medios de comunicación masiva deben asumir su rol de hacer una campaña al respecto.
AnnaTeresa
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