miércoles, 9 de diciembre de 2009

Prohibidos los minaretes en Suiza

Ignoro si era necesario hacer el referéndum, siempre tan caro, o si los políticos suizos, como parece probable, podían haber tomado la decisión por sí mismos. En este caso, puede decirse que trasladar el problema a los ciudadanos es dejación de funciones y, además, sirve para fomentar la xenofobia.
La idea de Dios es muy útil, porque induce a pensar en lo Perfecto y a querer hacerse digno de Él. Por tal motivo, los políticos deben tolerar y aun ayudar y fomentar las prácticas religiosas. El problema surge cuando alguien se declara único intérprete de los designios de Dios, y ordena qué es lo que se pensar exactamente y qué es lo que hay que creer. Cuando el ser humano puede dejar volar libremente su pensamiento, cabe la posibilidad de que éste se dirija hacia las alturas, hacia los grandes conceptos, y se convierta en alguien muy digno. Ahora bien, cuando se le despoja de su capacidad de pensar, y se le da todo el pensamiento ya digerido, más que un ser humano es un objeto dirigible.
El islam puede ser una religión respetable o no, yo no lo sé, pero es seguro que entre quienes la cultivan los hay que tienen muy buenos propósitos. Pero lo que interesa a los líderes de esta religión es el poder, lo vienen demostrando. A tal fin, levantan infranqueables muros entre las comunidades islámicas y el mundo civilizado, para hacer imposible la integración. Si se diera, ellos perderían mucho poder. Es una técnica similar a la que usan los líderes nacionalistas, que aprovechan todas las oportunidades con las que se encuentran para hacer crecer el odio.
Los políticos suizos deberían haber prohibido los minaretes, si creen que es lo mejor que pueden hacer, sin recurrir al referéndum. Así, siempre podrían decir que son ellos los que se han equivocado y no el pueblo.

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