Nada menos que 85 párrocos, de los 110 que tiene la diócesis, siendo en total 131 los clérigos firmantes, han protestado por el nombramiento del nuevo obispo de San Sebastián. Estos tipos estaban muy cómodos con Setién y Uriarte. Y ahora no les da vergüenza decir que el nombramiento de Munilla tiene como objetivo "despersonalizar, desafectar y desarraigar" a la Iglesia vasca porque tiene "excesiva personalidad”.
Lo que debería hacer el Vaticano con estos individuos es explicarles que deben buscar otro modo de ganarse la vida. Su vocación no es la que dicen. No es la doctrina de Cristo lo que quieren enseñar. Estas actitudes, a simple vista, parecen mucho más graves que otras que la Iglesia se ha empeñado en perseguir o criticar. Quizá los teólogos tengan una mirada más profunda y puedan ver un fondo de bondad en estos corazones tan duros. Ni se inmutaron cuando Consuelo Ordóñez, que se había empeñado en quedarse en San Sebastián, tuvo que claudicar por falta de clientes. Ella podía resistir todas las burlas y amenazas que le hacían, pero si no tiene clientes, no puede ganarse la vida. No se escuchó ningún sermón en su favor.
No hubo ninguna protesta cuando Uriarte trataba de mediar en la “huelga de hambre” de De Juana. Estos curas jamás han emitido un comunicado conjunto criticando a ETA, a los que los amparan y a los que los apoyan. Ahora apelan a los creyentes y no se sabe en qué pueden creer quienes le siguen. Hay problemas graves en el mundo y en España, y dentro de España los del País Vasco son de los peores, puesto que ahí asienta sus redes la diabólica ETA, que tanto daño ha hecho a todos. Y estos curas, en lugar de hacer frente común contra el mal demuestran las fisuras de la Iglesia Católica, más centrada en las estrategias que en la labor que le sería propia.
Lo que debería hacer el Vaticano con estos individuos es explicarles que deben buscar otro modo de ganarse la vida. Su vocación no es la que dicen. No es la doctrina de Cristo lo que quieren enseñar. Estas actitudes, a simple vista, parecen mucho más graves que otras que la Iglesia se ha empeñado en perseguir o criticar. Quizá los teólogos tengan una mirada más profunda y puedan ver un fondo de bondad en estos corazones tan duros. Ni se inmutaron cuando Consuelo Ordóñez, que se había empeñado en quedarse en San Sebastián, tuvo que claudicar por falta de clientes. Ella podía resistir todas las burlas y amenazas que le hacían, pero si no tiene clientes, no puede ganarse la vida. No se escuchó ningún sermón en su favor.
No hubo ninguna protesta cuando Uriarte trataba de mediar en la “huelga de hambre” de De Juana. Estos curas jamás han emitido un comunicado conjunto criticando a ETA, a los que los amparan y a los que los apoyan. Ahora apelan a los creyentes y no se sabe en qué pueden creer quienes le siguen. Hay problemas graves en el mundo y en España, y dentro de España los del País Vasco son de los peores, puesto que ahí asienta sus redes la diabólica ETA, que tanto daño ha hecho a todos. Y estos curas, en lugar de hacer frente común contra el mal demuestran las fisuras de la Iglesia Católica, más centrada en las estrategias que en la labor que le sería propia.
1 comentario:
Completamente de acuerdo.
El Vaticano debería enviar a estos señores a África o cualquier sitio así para que pastoreasen a gusto.
Cuando el cáncer del nacionalismo afecta a personas que se supone viven y trabajan para el prójimo, constatar que ese "projimo" es para ellos unos cuántos asesinos encapuchados... Apága y vamonos.
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