Los gobiernos del Reino Unido, Alemania y Francia, gravarán con una tasa especial a partir de cierta cantidad las primas que perciban los banqueros, según una noticia aparecida en el diario ABC. El gobierno de España, por su parte, rechaza adoptar esa medida, cosa que, al menos teóricamente, resulta extraña. El populismo de nuestros actuales gobernantes, que siempre tienen palabras bonitas para los desfavorecidos, se da de bruces con la realidad en este y en otros casos.
Los bonus, como es sabido, inducen a buscar los beneficios a corto plazo. Como ocurrió en la actual crisis, quienes por perseguir esos incentivos hicieron más y más grande la burbuja, se llevaron sus primas, sin devolver ni un céntimo cuando estalló, mientras las consecuencias quedan para el resto. Tal vez, no sea exagerado decir que los bonus constituyen un elemento pernicioso en la vida empresarial. Los objetivos a corto plazo se suelen medir mecánicamente, según creo. Quien logra x obtiene, como premio, y. Esto puede ser pan para hoy y hambre para mañana, como vamos comprobando.
Las medidas que pueden hacer que una empresa se fortalezca y arraigue fuertemente, asegurando su futuro, pueden ser difíciles de captar para quienes no sean expertos. Como la mirada es subjetiva, puede considerarse bueno lo que es malo y viceversa. Para disminuir ese riesgo están los consejos de administración y las juntas generales. Quizá exista la costumbre de que los consejeros miren más por sí mismos que por la empresa y en lugar de expresar sus reservas a las propuestas del presidente o del consejero delegado, prefieren asentir para conservar o conseguir su favor. Eso se ha visto en el caso de algún hundimiento en el que tras destituir al presidente, le ha sucedido el vicepresidente, como si no tuviera nada que ver con lo anterior.
Se deduce fácilmente que si el mercado impone los bonus y no hay modo de oponerse al mercado, el gobierno, al menos, puede imponer sus condiciones. ¿Por qué no lo hace?
Los bonus, como es sabido, inducen a buscar los beneficios a corto plazo. Como ocurrió en la actual crisis, quienes por perseguir esos incentivos hicieron más y más grande la burbuja, se llevaron sus primas, sin devolver ni un céntimo cuando estalló, mientras las consecuencias quedan para el resto. Tal vez, no sea exagerado decir que los bonus constituyen un elemento pernicioso en la vida empresarial. Los objetivos a corto plazo se suelen medir mecánicamente, según creo. Quien logra x obtiene, como premio, y. Esto puede ser pan para hoy y hambre para mañana, como vamos comprobando.
Las medidas que pueden hacer que una empresa se fortalezca y arraigue fuertemente, asegurando su futuro, pueden ser difíciles de captar para quienes no sean expertos. Como la mirada es subjetiva, puede considerarse bueno lo que es malo y viceversa. Para disminuir ese riesgo están los consejos de administración y las juntas generales. Quizá exista la costumbre de que los consejeros miren más por sí mismos que por la empresa y en lugar de expresar sus reservas a las propuestas del presidente o del consejero delegado, prefieren asentir para conservar o conseguir su favor. Eso se ha visto en el caso de algún hundimiento en el que tras destituir al presidente, le ha sucedido el vicepresidente, como si no tuviera nada que ver con lo anterior.
Se deduce fácilmente que si el mercado impone los bonus y no hay modo de oponerse al mercado, el gobierno, al menos, puede imponer sus condiciones. ¿Por qué no lo hace?
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