Pero lo raro sería lo contrario. La función de ETA es atentar, para aterrorizar a la población. La banda terrorista ha condicionado fuertemente toda la vida política de España desde el advenimiento de la democracia. Por grande que sea el atentado que prepara, ETA siempre ha estado haciendo lo mismo. Dado el estado en que se encuentran los cuarteles de la Guardia Civil en el País Vasco, quizá Rubalcaba pretenda curarse en salud, por si fuera uno de ellos el objetivo del atentado.
Pero todos esos que dicen que trabajan “por la paz”, sobre todo cuando detienen a algún sospechoso de pertenecer a la banda asesina, podrían trabajar de verdad por la paz y ayudar a detener a todos los etarras. Deberían informar a la Guardia Civil acerca de cualquier indicio que conozcan que pueda conducir hasta cualquier componente de la banda.
Habría que ver a todos esos que dicen que quieren tanto al pueblo vasco, los Setién, Anasagasti, Urkullu, Uriarte, Arzallus, Egibar, ayudando a erradicar el crimen de su país, achicando los espacios en los que se mueven las malas ideas de los etarras y sus simpatizantes, haciendo saber que no hay ninguna salida decorosa para los criminales, repudiando los homenajes que se hacen a los etarras, desautorizando las manifestaciones en su favor.
Después de tantos años de persistencia de la banda criminal, cosa que no puede deberse más que a los apoyos inconfesables que recibe, cabe pensar que más de uno de los que ritualmente condenan a ETA tras cada atentado, en su fuero interno está muy contento. Y esos en quienes concurre esa circunstancia viven en el País Vasco. Rubalcaba da la alerta ahora, pero es sabido que mientras quede un etarra en la calle hay peligro. La ideología del odio, por otra parte, genera seguidores de ETA.
Pero todos esos que dicen que trabajan “por la paz”, sobre todo cuando detienen a algún sospechoso de pertenecer a la banda asesina, podrían trabajar de verdad por la paz y ayudar a detener a todos los etarras. Deberían informar a la Guardia Civil acerca de cualquier indicio que conozcan que pueda conducir hasta cualquier componente de la banda.
Habría que ver a todos esos que dicen que quieren tanto al pueblo vasco, los Setién, Anasagasti, Urkullu, Uriarte, Arzallus, Egibar, ayudando a erradicar el crimen de su país, achicando los espacios en los que se mueven las malas ideas de los etarras y sus simpatizantes, haciendo saber que no hay ninguna salida decorosa para los criminales, repudiando los homenajes que se hacen a los etarras, desautorizando las manifestaciones en su favor.
Después de tantos años de persistencia de la banda criminal, cosa que no puede deberse más que a los apoyos inconfesables que recibe, cabe pensar que más de uno de los que ritualmente condenan a ETA tras cada atentado, en su fuero interno está muy contento. Y esos en quienes concurre esa circunstancia viven en el País Vasco. Rubalcaba da la alerta ahora, pero es sabido que mientras quede un etarra en la calle hay peligro. La ideología del odio, por otra parte, genera seguidores de ETA.
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