Al parecer, hay una especie de acuerdo por el que en los medios no se habla del suicidio. La excusa es que puede arrastrar a otras personas a tomar la misma determinación, pero la realidad puede ser otra. Quizá el suicidio provoca sentimientos de culpa y de vergüenza entremezclados entre los cercanos a la víctima. Y a esto habría que añadir el miedo a ser juzgados por los demás.
Hay otra cuestión y es que la sociedad no sabe cómo tratar este asunto. La prueba es que según estimaciones a la baja más de la mitad de los suicidas va al médico un mes antes de llevar a cabo su propósito, actitud que sólo puede interpretarse en el sentido de que buscan un asidero a la vida. Albert Camus dijo que un leve gesto despectivo puede ser la gota que colme el vaso. Y en este mundo nuestro abundan los desprecios de todo tipo. Y sobre todo el desinterés, que es peor. Incluso por parte de aquellos que en momentos concretos cantan “el ser humano es un fin en sí mismo, no un medio”. Fuera de la campaña, el ser humano es un medio, aunque no debiera. Influyen en esto la arbitrariedad y el sectarismo crecientes. La arbitrariedad y el sectarismo convierten en peor lo que antes era malo.
Puesto que todo apunta a que el número de suicidas de este año será especialmente elevado, y ya lo fue el anterior, probablemente conviene ir hablando del suicidio, con el fin de hacer frente al problema. Quizá ocurra lo contrario de lo que se quería pensar y hablar del suicidio abiertamente en los medios, analizando los procesos mentales que llevan a este desenlace y lo que esperan estas personas de los demás, acabe por reducir la tasa de suicidas.
Hay otra cuestión y es que la sociedad no sabe cómo tratar este asunto. La prueba es que según estimaciones a la baja más de la mitad de los suicidas va al médico un mes antes de llevar a cabo su propósito, actitud que sólo puede interpretarse en el sentido de que buscan un asidero a la vida. Albert Camus dijo que un leve gesto despectivo puede ser la gota que colme el vaso. Y en este mundo nuestro abundan los desprecios de todo tipo. Y sobre todo el desinterés, que es peor. Incluso por parte de aquellos que en momentos concretos cantan “el ser humano es un fin en sí mismo, no un medio”. Fuera de la campaña, el ser humano es un medio, aunque no debiera. Influyen en esto la arbitrariedad y el sectarismo crecientes. La arbitrariedad y el sectarismo convierten en peor lo que antes era malo.
Puesto que todo apunta a que el número de suicidas de este año será especialmente elevado, y ya lo fue el anterior, probablemente conviene ir hablando del suicidio, con el fin de hacer frente al problema. Quizá ocurra lo contrario de lo que se quería pensar y hablar del suicidio abiertamente en los medios, analizando los procesos mentales que llevan a este desenlace y lo que esperan estas personas de los demás, acabe por reducir la tasa de suicidas.
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