Joan B. Culla y Clarà, en un artículo publicado en El País, se refiere al editorial conjunto de los periódicos catalanes, al que ha comparado con la unanimidad que ha suscitado ese editorial en el resto de periódicos. Pero no son cuestiones comparables. La editorial conjunta es un ejercicio anti periodístico, puesto que muestra claramente la sumisión de la prensa al poder. La reacción que ha tenido lugar es la misma que merecería alguien que escupiera a los muros de la Sagrada Familia. No se puede imaginar que alguien estuviera de acuerdo.
Por otro lado, el artículo de Joan B. Culla, tratando de justificar lo injustificable, aunque para ello tenga que resultar ofensivo para mucha gente, es una prueba más de que los nacionalismos carecen de justificación. Su discurso no se dirige a la razón, sino a los sentimientos, y si éstos no son bastante fuertes se potencian al máximo por los medios que sean. Si Carod hubiera sido valenciano, por ejemplo, hubiera tenido que inventarse otra cosa para vivir del cuento. En la política no hubiera hecho camino.
A mí, por ejemplo, me daría igual que El Cid hubiera nacido en Vivar que en Masnou. El Cid, Einstein, Marco Aurelio, son patrimonio de la humanidad. Lo que interesa a un obrero o a un médico es tener trabajo y expectativas de futuro, que sus hijos reciban una enseñanza de calidad, que su entorno tenga fe en las instituciones. Lo que quieren las personas normales y corrientes es que la arbitrariedad desaparezca de la política y que siempre se haga, o se intente hacer, lo más justo y necesario. A los ciudadanos ni les van ni les vienen muchas de las cosas a las que les arrastran los políticos, o sí que les van, porque en esas cosas malgastan su dinero, que podría ser muy útil en otras actividades.
Por otro lado, el artículo de Joan B. Culla, tratando de justificar lo injustificable, aunque para ello tenga que resultar ofensivo para mucha gente, es una prueba más de que los nacionalismos carecen de justificación. Su discurso no se dirige a la razón, sino a los sentimientos, y si éstos no son bastante fuertes se potencian al máximo por los medios que sean. Si Carod hubiera sido valenciano, por ejemplo, hubiera tenido que inventarse otra cosa para vivir del cuento. En la política no hubiera hecho camino.
A mí, por ejemplo, me daría igual que El Cid hubiera nacido en Vivar que en Masnou. El Cid, Einstein, Marco Aurelio, son patrimonio de la humanidad. Lo que interesa a un obrero o a un médico es tener trabajo y expectativas de futuro, que sus hijos reciban una enseñanza de calidad, que su entorno tenga fe en las instituciones. Lo que quieren las personas normales y corrientes es que la arbitrariedad desaparezca de la política y que siempre se haga, o se intente hacer, lo más justo y necesario. A los ciudadanos ni les van ni les vienen muchas de las cosas a las que les arrastran los políticos, o sí que les van, porque en esas cosas malgastan su dinero, que podría ser muy útil en otras actividades.
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