Me refiero al pacto entre el PP y el PSOE y los partidos que quieran unirse, para formar un gobierno de salvamento, ya que no es otra cosa lo que se necesita en estos momentos. Se nos había intentado convencer de que la crisis no afectaba a España, hasta que ha sido palpable que tenemos la nuestra; pero es que además de esa tenemos la institucional: en la partitocracia ya no cree nadie.
No se puede salir de la crisis sin confianza en las instituciones y quizá tampoco hubiéramos caído en ella si éstas hubieran funcionado. De modo que el gobierno de concentración debería tener como una de sus finalidades la de aumentar la calidad democrática, tomándose para ello todo el tiempo que fuera necesario, para atinar en las reformas y al mismo tiempo tratar de salir de la crisis. El hecho de que la clase política se tomara las cosas en serio ya sería un buen paso que devolvería parte de la confianza a la población.
Claro que un gobierno de concentración, para hacer borrón y cuenta nueva significaría el fin de muchas carreras políticas, aparte de que algunos que ya tocan la cima con las yemas de los dedos deberían renunciar a sus sueños personales. Pero han de ser generosos, la situación es tan complicada que exige grandes sacrificios. Un buen número de ciudadanos, sin tener ninguna culpa, está en peor situación. No se les ha consultado antes si querían hacer el sacrificio. Sin más, han sido lanzados a la ruina por culpa de la irresponsable partitocracia.
La opción de esperar a las próximas elecciones deja pendiente el problema de la partitocracia, que más pronto que tarde habrá que resolver. Por otro lado, eso de que durante la Transición había más espíritu de consenso que ahora no deja de ser un mito. En los tiempos actuales, a alguien como Adolfo Suárez le resultaría mucho más fácil. Para otros, puede ser imposible.
No se puede salir de la crisis sin confianza en las instituciones y quizá tampoco hubiéramos caído en ella si éstas hubieran funcionado. De modo que el gobierno de concentración debería tener como una de sus finalidades la de aumentar la calidad democrática, tomándose para ello todo el tiempo que fuera necesario, para atinar en las reformas y al mismo tiempo tratar de salir de la crisis. El hecho de que la clase política se tomara las cosas en serio ya sería un buen paso que devolvería parte de la confianza a la población.
Claro que un gobierno de concentración, para hacer borrón y cuenta nueva significaría el fin de muchas carreras políticas, aparte de que algunos que ya tocan la cima con las yemas de los dedos deberían renunciar a sus sueños personales. Pero han de ser generosos, la situación es tan complicada que exige grandes sacrificios. Un buen número de ciudadanos, sin tener ninguna culpa, está en peor situación. No se les ha consultado antes si querían hacer el sacrificio. Sin más, han sido lanzados a la ruina por culpa de la irresponsable partitocracia.
La opción de esperar a las próximas elecciones deja pendiente el problema de la partitocracia, que más pronto que tarde habrá que resolver. Por otro lado, eso de que durante la Transición había más espíritu de consenso que ahora no deja de ser un mito. En los tiempos actuales, a alguien como Adolfo Suárez le resultaría mucho más fácil. Para otros, puede ser imposible.
1 comentario:
La concertación de los políticos conviene a los destinos de todo pueblo...Que se haba realidad pensando en beneficio de la sociedad civil.
AnnaTeresa
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