Ignoro si Jordi Pujol lee a Eduardo Punset, y en este caso si se da por aludido. La cuestión es que el divulgador científico catalán termina su artículo de hoy en El Semanal, titulado ¿Por qué cuestionamos la globalización?, del siguiente modo:
“¿Se ha creído alguien que nos las hemos arreglados solitos en este mundo? ¿Tanto cuesta darse cuenta de la suerte que tuvimos de contar con alguien al comienzo, en el otro confín del mundo, que sabía algo de semillas y de domesticar perros para que ladraran si alguien se acercaba para robarlas? Viven en un mundo globalizado, pero añoran la manada de los homínidos poniendo cara de perro a todos los demás.”
En una reciente entrevista, Félix de Azúa, manifestó que lo que le interesa de Punset son sus ligues. Fue injusto en este caso Azúa. Eduardo Punset incita a pensar las cosas, no impone, ni pontifica, ni enreda. La gente que induce a los demás a utilizar su propia inteligencia es digna de alabanza. Félix de Azúa también es imaginativo, creativo, e igualmente consigue que los demás mediten sobre las cosas. Aunque da la impresión de que muchas veces intenta ser más original que agudo. Pero Eduardo Punset no es banal, ni mucho menos, como pretendió hacernos creer en esta ocasión Azúa.
Jordi Pujol, que se ha pasado toda su vida incitando el odio a España, culpa ahora a España de la desafección de parte de los catalanes. Con su artículo de hoy en La Vanguardia, diario que ha renunciado a tener suscriptores no catalanes, me ha hecho recordar a Cervantes:
"Cubre el traidor sus malas intenciones
con rostro grave y ademán sincero,
y adorna su traición con las razones
de que se precia un pecho verdadero."
De modo que puede decirse que Eduardo Punset y Félix de Azúa son dos buenos catalanes, y del otro catalán citado, Jordi Pujol, no hay nada bueno que decir.
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