Es una cuestión tabú. El suicida tiene mala prensa. En lugar de pensar en las causas que han llevado a alguien a suicidarse, a intentar comprender el dolor que ha debido sentir para tomar esa determinación, se le condena cruelmente.
Para Albert Camus, el suicidio es la cuestión más importante de la filosofía. También explica Camus que una mirada despectiva puede ser la gota que colme el vaso y lleve a alguien a tomar la determinación de suicidarse. Por lo general, quien hace ese gesto despectivo desconoce el estado anímico de la persona objeto de su desprecio y, por consiguiente, los efectos que tiene en su persona. Tan peligrosos como los desprecios, o más, son las traiciones. Conocí a un prohombre, muy pagado de su integridad moral, y que solía tener a Dios en la boca en todo momento, y resultó ser un traidorzuelo de poca monta. Una traición puede matar de varias maneras. Cierto potentado solía reírse mucho cuando le contaban las traiciones que habían sufrido otros, porque las traiciones suelen coger desprevenidos a quienes las sufren. Pero cuando fue él el traicionado tardó muy pocos días en morirse de un infarto.
Hay actitudes que el público procura evitar porque están tipificadas en el código penal como delitos, y hay otras actitudes que también son peligrosas, pero no están recogidas en el citado código penal, ni pueden estar, por cuyo motivo muchos las llevan a cabo sin tener problemas de conciencia, ni de ningún otro tipo. Eso es falta de empatía, o sea, el mal.
Hay muchas maneras de acoso, desde las tempranas edades colegiales hasta las más vetustas. Siempre que haya alguien susceptible de ser acosado, lo será; sin que los acosadores sean conscientes de que su actitud es moralmente criminal.
Unos vierten la gota definitiva que hace desbordarse el vaso y otros lo van llenando imprudentemente. La falta de empatía, o el hecho de que no haya suficiente empatía en el mundo se cobra demasiadas vidas cada año.
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