Mediante un artículo titulado “Defectos especiales”, contó Fernando Savater las excusas que dieron los responsables de la Academia Sueca por no haberle concedido el premio Nobel a J.R.R. Tolkien. Lógicamente, son mezquinas. Como han de serlo también las que se hayan dado con respecto a otros escritores que también han merecido el Nobel.
Probablemente, ni aunque se dieran tres Nobel al año se podría premiar a todos los que lo merecen y quizá eso explique, aunque sea en parte, que las razones para cribar sean tan peregrinas. Aparte de eso, el hecho de que determinados escritores no hayan obtenido el premio, mientras que otros claramente inferiores sí, ya ha desprestigiado suficientemente al Nobel de Literatura.
Pero mi opinión es que los premios no aportan nada. Salvo que se reconozca que su fin es vender más. Lo que sea, libros o aquello de lo que se trate, aunque no sé muy bien en el caso de algunos premios Nobel qué es lo que se vende.
No creo que haga ningún bien a la ciencia que los científicos compitan y hasta peleen entre sí para ganar un Nobel. Más bien creo que la desvirtúa, e incluso idiotiza a los científicos que caen en la trampa. También puede ser que lo que les interese sea el dinero del premio.
Lo realmente importante en la ciencia y en la artes en general es la obra de cada uno, no los premios o las rentas dinerarias que se que obtengan con ella, interesan solamente a los premiados.
Es triste que la Humanidad se entregue a estos juegos fatuos y sin sustancia, cuando tiene tantos problemas que resolver. Aunque por otras actuaciones se sabe que no tiene mucho interés en ellos.
Creo que los premios que más proliferan son los literarios y probablemente si no fuera por ellos se venderían menos libros.
Cabría concluir entonces en que si unos premios tienen como finalidad servir de reclamo publicitario, la del Nobel es contribuir a la fama de su creador.
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