Es curioso el comportamiento de los banqueros españoles. Muy curioso. Han incurrido en riesgos excesivos, hasta el punto de que el Estado les ha tenido que ayudar. Uno de ellos venía apoyando de forma taxativa todo lo que hacía el gobierno de Zapatero en materia económica. Pero luego resultó que había evadido impuestos. No se ha roto la amistad entre Zapatero y él, y si se hubiera roto no sería por parte de Zapatero. También fue este ex presidente el que indultó a otro banquero, condenado en firme por el Supremo.
Es decir, ni los grandes financieros ni los políticos se sienten culpables de nada. Estamos en una horrenda crisis, con una enorme cantidad de gente en el paro, otro grupo descomunal de personas que teme quedarse en el paro, y otras personas cuyos ingresos han sido reducidos drásticamente.
La versión oficial es que “todos” hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Explicarlo así es una injusticia y una crueldad. Una gran parte de los ciudadanos no ha vivido por encima de sus posibilidades y sin embargo se la obliga a pechar con las consecuencias de la crisis.
Al gobernador del Banco de España ni se le piden responsabilidades, ni parece que él piense que las tenga. Tampoco creen que las tienen los responsables de los bancos cuyos balances están lastrados por el ladrillo. Ellos seguían la corriente, y por seguir la corriente cobraban millonadas. Y no pasa nada. Si algún ahorrador ha invertido sus ahorros en acciones de estos bancos o en otros productos suyos y se ha arruinado, sólo le queda la posibilidad de reclamar al maestro armero.
En cambio, la ex directora general de la CAM, María Dolores Amorós, sí que ha encontrado una vía para reclamar una indemnización de diez millones de euros. El egoísmo de las elites económicas españolas es mitológico, y ellas son las que manejan la mayor parte del dinero que circula por España.
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