Y puesto que no cabemos todos, algunos nos hemos de caer del guindo. Una vez en tierra firme, se puede advertir que en España hay unas elites económicas, que tienen influencia en todos o casi todos los partidos, y que actúan de forma endogámica, puesto que sus componentes se apoyan unos a otros.
Los demás quedamos al margen de todo, puesto que no somos objeto directo de su interés, sino que ellos se preocupan por nosotros indirectamente. El actual ministro de Economía parece que forma parte de esa elite, y también MAFO, al que sorprendentemente no se le ha instado a dimitir.
Es leyendo a uno de esos periodistas muy próximos a esas elites, hasta el punto de no sólo se sirven de la información que se les da como premio a su dedicación, sino que también asumen el mismo modo de mirar a los que consideran inferiores, como se advierte por dónde van los propósitos de este ministro. Los grandes empresarios españoles admiran el sistema estadounidense y quisieran implantarlo en España.
Pero los empresarios españoles no son como los estadounidenses. Los empresarios españoles llaman “mataos” a los trabajadores. Los trabajadores españoles tampoco son como los estadounidenses. Los trabajadores españoles, desde siempre, están acostumbrados a obedecer, obedecer y obedecer. La democracia todavía está en mantillas en España, y eso suponiendo que ha llegado, lo cual es mucho suponer.
La mentalidad española, como todas, ha ido fraguándose a través de los tiempos, y no se debe hacer una reforma con el supuesto de que es igual que la de otros países. Mejor haría el gobierno si se aliara con el PSOE y los demás partidos que quisieran unirse, para suprimir todos los gastos inútiles y hacer las reformas necesarias para que nuestro sistema fuera realmente democrático. Es cuando empezaría a cambiar nuestra mentalidad.
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