lunes, 20 de febrero de 2012

Nada que hacer con Carrillo

Dice el casi centenario Santiago Carrillo, en un artículo publicado hoy en El País, que el 60% de los españoles estima que el juez Garzón es víctima de una persecución, cuando sabe perfectamente que un porcentaje no es un argumento que se pueda oponer al dictamen de siete magistrados.
Lo sabe porque a continuación afirma que muchos reputados juristas afirman lo mismo. ¿Por qué se apoya en primer lugar en ese porcentaje y luego en esos juristas, en lugar de hacerlo únicamente en estos? Eso es juego sucio, Carrillo.
En su afán manipulador, dice este personaje al que la edad no parece haber mermado sus facultades intelectuales, que hay una campaña mediante la que se pretende cerrar la boca a quienes critican la sentencia. Pero una cosa es criticar la sentencia, y ojalá se hiciera con argumentos y no tergiversando, y otra muy distinta tildar de fascistas a los siete magistrados que lo han condenado. Hay que tener en cuenta que Garzón recusó antes del juicio a todos los jueces que pudo y al final quedaron esos siete.
Puede darse el caso de que la persona de Garzón no interese a nadie, sino que se ha convertido en un símbolo, que es utilizado para fines que realmente no tienen que ver con él. En esta supuesta reivindicación de su persona no se tiene en cuenta su relación con Botín; ni con el escándalo del lino, que luego no fue nada; ni con Mister X; ni con el caso Oubiña; ni con tantas otras cosas que hubieran podido dar al traste con la carrera de cualquier otro juez.
Carrillo es una de esas personas dotadas de grandes capacidades intelectuales y físicas que se echan a perder al dejar que el odio penetre en ellos. Hay gente que tiene motivos para odiar y que, sin embargo, logra conjurar este sentimiento y lo mantiene alejado de sí. No parece que sea el caso de este personaje cuyo desdén hacia cualquiera que se decante por la derecha parece patológico.

 



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