lunes, 23 de septiembre de 2013

Ganó Merkel de nuevo

El nuevo triunfo electoral de la canciller alemana, en principio, no es bueno para nadie. Ni siquiera para los propios alemanes.
Acaso haya ocurrido porque no tenía un rival fiable, que el signo de los tiempos que vivimos. A la política no llegan más que mediocridades o esperpentos como Berlusconi.
Merkel ha ganado por su política nacionalista; es decir, por su egoísmo extremo. Ha sabido aprovechar que la crisis ha pillado a Alemania en situación dominante en el seno de la Unión Europea para aprovechar todas las ventajas que le ofrece la situación en beneficio de su país. Si la crisis hubiera tenido lugar unos años antes, cuando la situación económica de Alemania no era tan buena, otro gallo le hubiera cantado.
Merkel ha ganado porque no le tiembla el pulso cuando se trata de condenar a otros europeos a la pobreza sempiterna, pero evita tomar esas mismas medidas en su propio país cuando la situación lo aconseja. Dureza con los demás europeos, sobre todo con los más pobres, y flexibilidad con los alemanes, es su lema.
Es malo para los alemanes que haya ganado ella porque tanto egoísmo no es bueno para nadie. Aquí en España ya sabemos cómo se las gastan esos que con tal de conseguir rentabilidad electoral son capaces de lo que sea. Merkel está, más o menos, a la altura de Patxi López, por citar uno sólo. La lista sería interminable.
Pero sobre todo es malo que haya ganado ella porque hay que construir la Unión Europea con la mayor rapidez posible y, evidentemente, no es la persona más indicada. Sería conveniente que al frente del país más influyente en la Unión hubiera alguien capaz de pensar en ella.
Tampoco hay que perder de vista otro detalle. Las decisiones que toma Merkel afectan a todos los ciudadanos de la Unión Europea, pero sólo unos pocos, relativamente pocos, la han podido votar.

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