martes, 10 de septiembre de 2013

Los paisos catalans

El partido socialista valenciano tuvo el poder absoluto en la Comunidad Valenciana. Los socialistas sentían invulnerables y se mostraban prepotentes ante los demás, a los que consideraban incultos y antidemócratas, o no suficientemente demócratas.
Perdieron esa hegemonía porque ante los nacionalistas catalanes se mostraban genuflexos. A la gente no le gustó eso y dejó de votarles. Desde entonces, han estado desaparecidos en combate. El PP no ha tenido oposición y ha cometiendo burradas, una tras otra. El caso es que con los impuestos se paga a los políticos en el poder y también a los de oposición. Unos lo hacían mal y los otros no estaban, porque no lograban conectar con la gente.
Lo correcto sería que los socialistas se disculparan por no haber sabido impedir todos esos desmanes que tienen asfixiados a los valencianos. Pues no. Se están relamiendo porque vislumbran que gracias a eso pueden volver a las andadas. Otra vez la mala sombra catalanista, que no catalana, planea sobre los valencianos.
¿Qué tiene que ver el socialismo con el nacionalismo? Pues nada, pero por ahí andan los listos esos, intentando la cuadratura del círculo.
El diario El Mundo ha sacado hoy una información sobre las groseras manipulaciones históricas de los nacionalistas catalanes. Su director les refrescó la memoria el domingo pasado sobre los hechos históricos de la llamada Guerra de Sucesión. Pero estas cosas las vienen contando en Valencia Juan Ignacio Culla Hernández  y otros desde hace mucho tiempo. Ellos tienen muchas pruebas de la cara dura de algunos.
A quienes engañan estos que tergiversan la historia de un modo tan burdo es a los catalanes, y lo hacen para tenerlos entretenidos en un sueño, mientras los embaucadores se lo pasan en grande.
Las burradas del PP en la Comunidad Valenciana han dado lugar a que lo que Marjaler, un valenciano de pro, llama los pastisos catalans, reverdezcan por estos lares. Pasteles amargos y malolientes.
No conviene olvidar que cuando todo va mal aún puede ir peor.

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