sábado, 7 de septiembre de 2013

La penalización de la Fórmula 1

Dice Císcar, el portavoz teuladí del Consell, que Ecclestone le va a perdonar la penalización por no hacer la carrera en Valencia. En realidad, no se la perdonaría a él, sino a los contribuyentes.
Pero el caso tiene gracia. Resulta que es el propio Ecclestone quien ha decidido no celebrar la carrera en Valencia, quizá porque no le ha sentado bien algo que le han dicho. Y a pesar de esto, hay que pagarle. ¿Qué clase de contrato tiene firmado la Generalidad? Y pretende el tal Císcar que confiemos en su palabra, como si ésta fuera la de Hernán Cortés, que por cumplirla volvió a un sitio del que era imposible salir vivo. Salió, pero esta es otra cuestión.
El gobierno valenciano, por boca de su portavoz, pide confianza, pero lo que hace más bien es un ejercicio de prepotencia. Es como si dijera: Los que mandamos aquí somos nosotros y no os queda más remedio que aguantar. No puede haber ninguna fe en él desde el momento en que ha agotado todo el caudal, no sólo de la generación actual, sino también el de unas cuantas de las siguientes. Todavía no ha dado ninguna explicación sobre la desaparición de las cajas de ahorros, ni se las ha pedido a sus ex presidentes. El Banco de Valencia ha sido regalado, junto con unos cuantos millones, a La Caixa, no se sabe en pago de qué favores. La Caixa se pavonea ahora en catalán por Valencia mientras Rita Barberá sonríe. Su amigo Olivas llora, porque está sufriendo un viacrucis judicial.
¿Qué confianza se puede tener en esta gente? Que enseñen los contratos. Que expliquen quien los ha firmado y le den lo que merece por haberlo hecho.
No cabe esperar que hagan nada de eso. De donde no hay, no se puede sacar. Y a lo peor Ecclestone no perdona nada.

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