sábado, 18 de abril de 2015

Brutalidad catalanista con una extranjera

Podría ser que los independentistas tuvieran razón y yo no. Cabría considerar que quizá fuera mejor para todos que consiguieran sus propósitos y que además lo merecieran.
Pero eso sería en el caso de que lo habitual en ellos fuera el comportamiento decente. Nada de eso ocurre. Cuando los catalanistas no hacen el ridículo, hacen el cafre, y siempre ofenden. Lo preocupante es que haya un sector de la población que les toma en serio.
Según cuenta Dolça Catalunya, ese digital que defiende con ahínco la buena fama de los catalanes, denunciando a quienes se salen de madre, una guardería mandó una circular en catalán a los padres de sus alumnos. La señora francesa, que trabaja en Barcelona en una multinacional, tuvo que pedir a sus amigos que se la tradujeran. El asunto era importante porque estaba en juego la salud de su hijo. La señora francesa fue a la reunión de la guardería y la funcionaria de la Generalidad se negó a atenderla en español. Como estaba en Cataluña tenía derecho a hablar en catalán. Claro que tiene derecho a hablar en catalán. Y en chino, si lo deseo. El caso es que la señora francesa no entiende el catalán y quería saber qué peligros corría la salud de su hijo.
Conozco una historia similar ocurrida en un pueblo alicantino. Los catalanistas valencianos son peores que los catalanes. Hubo una asamblea para tratar de asuntos que interesaban a todos los vecinos y se empeñaron en hacerla en catalán. Un alemán, residente en la zona y representante de un nutrido grupo de compatriotas suyos también residentes en el lugar, pidió que la asamblea fuera en español, porque de lo contrario no se iba a enterar de nada y deseaba participar en los debates. Y le contestaron de forma airada, reprochándole que hubiera aprendido español en lugar de catalán. En lugar de agradecer a esos alemanes que hayan comprado propiedades y vivan allí, dando vida y trabajo a los lugareños, les incitan a que se vayan.

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