lunes, 16 de noviembre de 2015

Iglesias, pseudopaladín de la paz

La carta de este señor que fue capaz de hacer un escrache a Rosa Díez y todavía no se ha disculpado por ello (y a pesar de tanta indignidad pretende ser presidente del gobierno), es, como todo lo que nace de él, un cúmulo de despropósitos.
Lo que debería hacer, en lugar de dar lecciones de democracia a Francia, es hacer esas mismas recomendaciones a los actuales gobiernos de Cuba, Venezuela, Irán, Bolivia o Ecuador, por citar algunos a los que les vendría bien.
Que le exija al presidente del gobierno español más democracia, cuando él, según se desprende de sus actuaciones y manifestaciones públicas, no tiene ni idea de lo que es la democracia, es un sarcasmo. Baste recordar que ha prometido un referéndum en Cataluña. O sus opiniones sobre los etarras.
Pide en su carta a Rajoy un Consejo de la Paz y habla de Derechos Humanos. Alguien cuya relación con las víctimas del terrorismo es nula no tiene ninguna legitimidad para hablar de Derechos Humanos.
Por otro lado, el hecho de pedir algo así tras unos atentados tan horribles es de un cinismo inconmensurable. Lo que conviene es tomar todas las medidas que sea posible para evitar otro atentado. En ese sentido, lo que conviene no es un Consejo de Paz, sino de Guerra. Hay que intentar desactivar los viveros de terroristas que sin duda hay en el mundo occidental. Y si hay que cambiar las políticas con los inmigrantes, se cambian. Quizá lo más urgente sea obligar a los inmigrantes a convertirse en demócratas, cosa que resultaría muy saludable en países como España, porque obligaría a los nativos, y entre ellos a Pablo Iglesias, a serlo también.
Todos tendrían que aprender que en democracia la ley está por encima de todo, que hay igualdad entre el hombre y la mujer y que hay libertad religiosa. Son tres cosas que parecen fáciles, pero que en España son desconocidas por muchos.

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