domingo, 24 de abril de 2016

Don Quijote en Venezuela

He tenido el gusto de conocer en la Feria del Libro de Valencia a una bibliotecaria venezolana jubilada. Ha sido maravilloso departir con ella, pero el encuentro ha durado poco más de media hora.
El encuentro ha sido posible gracias a unos amigos comunes. Yo no podía esperar que la charla fuera tan agradable intelectualmente. Lógicamente, no le he preguntado por su tendencia política, puesto que no me parecía correcto hacerlo dada la previsible brevedad del encuentro. Pero como observadores de la vida, hemos coincidido en las pocas cosas de las que hemos hablado. Cuando le he contado alguna cosa de España que antes era de otra forma me ha dicho que en Venezuela se ha dado el mismo proceso y hemos concluido en que la tendencia es mundial.
Probablemente, con una charla más larga surgirían diferencias, pero resulta agradable comenzar una conversación compartiendo las mismas claves intelectuales.
Una de las mejores sorpresas de la conversación ha sido la de saber que en Venezuela don Quijote es muy admirado. Allí los niños suelen leer adaptaciones al modo de como las hace en España Rosa Navarro Durán. Le he comentado a la bibliotecaria que yo me río mucho cuando leo el Quijote, porque es un libro escrito para divertir, aunque muchos creen que es aburrido. De aburrido, nada, ha dicho ella. Como ha comprado dos libros míos, le he comentado que el protagonista de uno de ellos, el de 'Yo estoy loco', un cubano que sacrifica un porvenir espléndido por venir a España, pensaba que se encontraría a don Quijote, es decir, que esos valores que encarnaba estarían en el españolito medio. De hecho, Uge, en su magnífica presentación, me preguntó esto: «¿por qué el Quijote tan machaconamente, por qué interesa tanto a tu análisis?»
Hay que recordar que en el Quijote aparecen muchos personajes, pero sólo se salvan dos de ellos.

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