martes, 26 de abril de 2016

Innobles por la paz

Hay un nutrido grupo de personas al que la nobleza de espíritu le trae al pairo, o le importa un pito, tómese la expresión que se prefiera. En ese grupo parece estar cierto noble, Grande de España además, que, sin embargo, no renuncia a esos títulos. Ni se los quitan, cosa incomprensible.
Personas que distan mucho de ser nobles ocupan alcaldías de ciudades importantes y dirigen partidos políticos de gran implantación.
De modo habitual, esta gente innoble dice que lucha por la paz. Eso es un modo de disimular la bestialidad que reside en su interior. La paz es cosa de la buenas personas. Mientras haya gente mala la paz es una quimera. Una buena persona es aquella que desea la justicia, por siempre y no sólo cuando le conviene. Las personas arbitrarias y egoístas, que invariablemente creen en la impunidad no son buenas personas.
Una buena persona no se desentiende de las víctimas del terrorismo, sino que las comprende y las ayuda en su lucha por sus derechos y la justicia.
Una buena persona no puede traicionar a la justicia con tal de ser admitida en la manada. Es obvio entonces que para ser buena persona hay que esforzarse mucho y sacrificarse más. Otra cosa es que abunden los que se conforman con creerse buenas personas y para ello les basta con poco. ¿Cuántos en el País Vasco han sido y siguen siendo cómplices pasivos o activos de los terroristas? Pues esos se creen buenas personas y hacen manifestaciones por la paz. Por la paz, dicen. Y se miran al espejo y se conmueven de lo buenos que son. ¿Son mejores los de otras regiones españoles? ¿Habrían actuado de modo más correcto que esos vascos si hubieran estado en su caso? No parece probable.
Personas decididamente innobles han invitado a un elemento que fue condenado a pena de cárcel por pertenecer a ETA al Parlamento Europeo.

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