jueves, 21 de abril de 2016

El disgusto de Colau

Es justicia poética que Barcelona tenga una alcaldesa como Colau. Los catalufos la merecen, sin duda alguna (Valencia tiene su propio Colau, éste con cabello blanco y bicicleta).
Pero eso no impide que la alcaldesa se lleve algún que otro disgusto, como el que se tuvo que llevar al enterarse de que el ayuntamiento que preside fue obra de Felipe V. Querría ella borrar eso de la historia e inventar una patraña para el caso. Una más. El mundo de los catalufos está lleno de patrañas.
Los catalufos desconocen muchas cosas de Felipe V, pero en cambio han desarrollado su imaginación con este personaje, cuyo cuadro unos falangistas colgaron del revés en Játiva, en tiempos de Franco. Fue precisamente durante su reinado cuando comenzó a enriquecerse Cataluña.
La experiencia demuestra que si llama ignorante a Colau ocurren dos cosas: La primera es que cuelga en la red sus notas escolares y la segunda que se tilda de machista intolerable a quien lo ha dicho y se recogen firmas para que lo expulsen de algún lugar.
Se podría pensar que Colau en lugar de exhibir sus notas debería hablar y actuar con sensatez, porque si se comporta como una burra lo lógico es que la llamen burra. Lo que ocurre es que el machismo tiene una nueva definición. Machistas son quienes critican a las mujeres de Podemos o sus aledaños. También hay una nueva definición de fascista: todos los que no son de Podemos.
Sin la intromisión de Inglaterra, Felipe V habría sido rey desde el primer momento, no se habría visto obligado a favorecer continuamente a los catalanes, que tampoco habrían dado comienzo a ese lloriqueo que todavía continúa y Gibraltar seguiría siendo español. Felipe V era nieto de Luis XIV y los ingleses quisieron evitar que el Rey Sol consolidase su poderío con las posesiones españolas.

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