martes, 12 de abril de 2016

Las pensiones en el futuro

No es necesario hacer números para comprender que por este camino el pronóstico no puede ser halagüeño. El tamaño de la administración es desorbitado.
La clase política española es numerosa y con derecho a muchas canonjías, que no suele desaprovechar. Aparte de eso, hay una infinidad de organismos e instituciones perfectamente prescindibles, pero absolutamente necesarios para que los partidos puedan colocar a los amigos y familiares de los líderes.
Es una carga enorme para los hombros de los contribuyentes, pero no tiene visos de arreglo, porque el partido que abogaba por reducirla no ha sido respaldado electoralmente y los partidos de nuevo cuño pretenden aumentar todavía más dicha carga. De modo que hay que temer que el sistema de las pensiones sufra un duro golpe.
Es curioso el modo en que se distrae la atención del votante mediante señuelos falsos, para que pierda de vista lo que le conviene, que es defender su bienestar. La Generalidad Catalana, sin ir más lejos, derrocha el dinero a manos llenas. El dinero de los futuros pensionistas, el dinero de los parados, el dinero de las atenciones médica y farmacéutica, para promover una quimera irrealizable basada en supuestos más falsos que una moneda de madera.
O la Generalidad Valenciana, empeñada en promover la lengua catalana en el Reino de Valencia, como si no hubiera cosas más serias que hacer. O la Junta de Andalucía, empeñada en mantener el voto cautivo, con las graves consecuencias que eso tiene. O el gobierno vasco que gasta dinero para tratar de igualar a víctimas con verdugos. Etc.
Para sostener el Estado del Bienestar no hay más remedio que reducir drásticamente el tamaño de la Administración y prohibir por ley el gasto en chorradas tales como embajadas, subvenciones a medios afines, televisiones regionales, etc. Los canales de televisión autonómicos son pozos sin fondo, por ahí se escapa el pan de las futuras generaciones.

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