martes, 28 de marzo de 2017

El amigo de Pérez-Reverte

Es decir, del que habla esta semana, que respondía al nombre de Ángel Echarque Calvo, viene a demostrar algo que se nos olvida muchas veces y es que delincuente no es sinónimo de mala persona.
En cuanto la vida le dio una oportunidad a este señor para vivir honradamente la aprovechó.
En cambio, hay otros que es muy difícil que vayan a la cárcel alguna vez, pero que hacen todo el mal que pueden. Disfrutan haciendo daño al prójimo o, al menos, no les importa hacerlo. Por motivos obvios, muchos de ellos van a la política y allí cierran el paso a las buenas personas, a quienes tienen ideas que pueden beneficiar a la sociedad. Los malos bichos buscan lo contrario, beneficiarse de ella, exprimirla, y para ello necesitan sus votos, que consiguen con malas artes, generalmente excitando los bajos instintos de los votantes de más bajo nivel moral. En este grupo habría que situar, sin duda, a los nacionalistas, a pesar de que entre ellos, en un principio, pudiera haber gente razonable, pero han llegado a un punto en que esto último es imposible. Pero no sólo a los nacionalistas, la política española se ha degradado tanto ya que el Parlamento parece, a ratos, un burdel.
Pero, volviendo al personaje, que es lo que importa hoy, cabe decir que el legislador español es un tanto banal. Aquella idea de que las penas de cárcel han de estar orientadas hacia la reinserción es muy apropiada en el caso de reclusos como este amigo de Pérez-Reverte, pero absolutamente contraindicada en el los delincuentes que además son unos malos bichos, como es el caso de los etarras.
La función de las leyes es la de proteger a la sociedad, cosa que consigue si son compasivas con quienes lo merecen, pero si lo son con quienes no deben serlo le hacen mucho daño.


No hay comentarios: