domingo, 26 de marzo de 2017

El drama vasco

Tardará mucho tiempo en desaparecer. Basta con leer el reportaje de Emilia Landaluce titulado El relato de ‘Patria no cala en Hernani, para comprender la angustia que deben de sentir muchos vascos, aunque también es verdad, que haya distintos tipos de angustia en el País Vasco.
Para dejar las cosas claras, informo que no refiero a la angustia de esos vascos que han sabido mantener su condición humana y que miran con pena el entorno degradado, sino a la de esos otros que se han envilecido quizá en mayor medida que aquellos nazis a los que hoy condena todo el mundo, puesto que tratan de justificarse a sí mismos y eso es imposible.
Los nazis tuvieron más suerte, puesto que tras la derrota de Hitler no tuvieron otra opción que reconocer sus errores y esa es la única de poder superar un pasado infame. Los cómplices de ETA, en cualquiera de sus variantes, creen que tienen la posibilidad de hilvanar un discurso que los absuelva, cosa que en el fondo no se creen ni ellos. Si fuera posible, serían capaces de leer la novela de Fernando Aramburu. Pero no. Les resulta doloroso cualquier relato que se ajuste a lo que ocurrió.
Mucho antes que el citado libro, se publicó otro, Vidas rotas, que no debería faltar en ningún hogar vasco, tampoco en ninguno del resto de España, pero sobre todo debería estar en los vascos, porque la banda etarra es una excrecencia nauseabunda de la sociedad vasca. El mal está en todas partes, pero la sociedad vasca dio cobijo a una idea tan nefasta que dio paso a un grupo criminal fue apoyado y lo sigue siendo por una parte importante del pueblo vasco. Es una vergüenza que tardarán mucho en poderla borrar, a pesar de que El buzón de Joseba es una invitación a que lo intenten. No se dan cuenta.


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