miércoles, 8 de marzo de 2017

Otro 8 de marzo más

Incluso las causas más nobles y necesarias corren el riesgo de ser manoseadas y tergiversadas hasta desvirtuarlas por completo.
Sólo faltaba que personas o formaciones políticas de tentación totalitaria y comportamiento arbitrario se lanzasen a otorgar credenciales de machista a troche y moche. Los que dominan el arte del escrache tienen ventaja sobre los demás y se sirven de ese, poder, claro que lo hacen y hay quejas contra ellos por ese motivo.
También hay individuos que, ignorantes ellos, presumen de machistas, creyendo que con ello defienden la condición masculina. Y hay señoras que siempre actúan con prepotencia y aprovechan todas las ventajas que tienen sobre otras personas y a la mínima de cambio tildan de machista a quien sea. Tampoco tienen ni idea de lo que es el machismo, ni de lo que es el feminismo.
Habrá que explicar pues que el feminismo, que consiste en exigir la igualdad entre el hombre y la mujer, se identifica con la justicia y, por tanto, lo contrario, el abuso del fuerte sobre el débil, de quien tiene ventaja sobre quien está en inferioridad, está emparentado con el machismo. Mientras que el feminismo reclama justicia, el machismo es arbitrario.
Mientras que el feminismo precisa de la franqueza y de la cordialidad, el machismo se sirve de la fuerza y si se da el caso del engaño.
Desvirtuar los conceptos, profanarlos y servirse de ellos con fines espurios es machismo. No basta con ser mujer para ser feminista, aunque muchos, con intención torticera, intenten fomentar esta idea. El acto de entrar en una iglesia con las tetas al aire no es feminista, puesto que no se hace con afán de justicia, sino de incomodar y ofender a un grupo humano concreto.
El feminismo no surgió con afán de venganza, sino con la intención de acelerar un proceso histórico que de otro modo habría sido muy largo. La gente malintencionada en lugar de contribuir a esa aceleración la frena.

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